A pesar del exacerbado "arabismo" que impera en estos palacios, poco queda en realidad de
la primitiva fábrica árabe. De los alcázares musulmanes queda sólo el recinto amurallado, en el que se encuentra
la Puerta del León del siglo XII, por donde penetra el visitante, este recinto se prolongaba
hasta el río, con la Torre de Abdelaziz, Torre de la Plata y Torre del Oro, que debió de
enfrentarse a otra torre gemela, al otro lado del Guadalquivir, para tender entre ambas una cadena
e impedir así el paso de navíos enemigos. De estas construcciones primitivas es tambien parte el
Patio de Yeso, ejemplo único de la arquitectura civil almohade en España. Pero los incendios, terremotos, reformas y ampliaciones posteriores borraron o absorbieron las primitivas edificaciones. Lo que ahora vemos es sobre todo el alcázar del rey Don Pedro, uno de los más cumplidos ejemplos del arte mudéjar. Es decir, un palacio cristiano llevado a término por alarifes islámicos, o cristianos pero formados en la tradición artistica musulmana. Este alcázar del rey Pedro I de Castilla, llamado El Cruel, quedó terminado en el siglo XIV, aunque posteriormente se hicieron ampliaciones y añadidos, y lo que es peor, tardías restauraciones románticas no siempre guiadas por el mejor criterio. Los Reyes Católicos ya hicieron trabajar en él a alarifes moros, luego en 1526, con ocasión de las bodas de Carlos V, sufrió algunas ampliaciones; en 1624, bajo Felipe IV, se llevaron a cabo nuevas remodelaciones. |
Pero en su conjunto, sigue siendo uno de los mejores especímenes del arte
mudejar, ese arte peculiar español que consiste en la pervivencia, en suelo cristiano, de las
tradiciones islamica y judia, en una época transicional en que la intolerancia cristiana no habia
dado al traste todavía con la convivencia de las tres culturas, cristiana, islámica y judía. Aquí el arte mudéjar adquiere un grado de colorismo y gantasioso recargamiento que bordea la frontera entre lo sublime y lo kitsh, y que influiria posteriormente en el mas manido cliché de "andalucismo" de pacotilla y "tipismo español" por extensión. Como observa con gracia y perspicacia otro andaluz buen conocedor de su tierra, José María Pemán, " don Pedro era un orientalista, pero de un orientalismo andaluz, que más anticipaba el de Zorrilla o hasta Villaespasa, que imitaba el auténtico de Bagdad ... El alcázar es un caso más en el que la cerrada calificación de árabe resulta excesiva. En toda Andalucía, que recreó con un sello original de aportación arábiga, ocurre lo mismo. Y es demasiado expeditivo llamar árabe a la colorista Alhambra granadina o no valorar en la mezquita cordobesa el bosque de columnas romanas con que la Córdoba de Lucano y Séneca se obstina en su masculinidad". |