Del Antecabildo se accede a través de un pasillo de trazado curvo a uno de los recintos mas admirables de la arquitectura española del renacimiento, la Sala Capitular de la Catedral, cuya construcción comenzó en 1558 bajo la dirección del arquitecto Hernan Ruiz II, siendo concluida por Asensio de Maeda en 1592.
El espacio de este recinto se concibió en planta elíptica, lo que ofrece una perfecta visibilidad de todos los integrantes en las reuniones del cabildo catedralicio, en las que se expresaban y discutían los problemas de gobierno espiritual y material del templo. También la disposición oval y su unitario abovedamiento facilitan la perfecta expansión de la voz, siendo excepcional su acústica. Al tiempo que están resueltas las necesidades de ver y oír, planteadas por la reunión numerosa de eclesiásticos, se alude en esta Sala Capitular, a través de la decoración de sus muros, a un complejo programa iconografico destinado a exaltar las virtudes que habían de detentar aquellos que allí se reunían, para que sus intercambios de ideas y opiniones se hicieran en armonía y concordia ; de esta manera, en los muro se desarrolla un código moral que los canónigos debían seguir en sus asambleas capitulares. El programa iconografico de esta Sala fue trazado por el canónigo Francisco Pacheco, y en el se inserta un repertorio de esculturas y pinturas acompañadas de inscripciones latinas que aluden al contenido de las imágenes. Toda esta decoración aparece en el segundo cuerpo de la Sala, advirtiéndose en primer lugar entre los pedestales de las columnas representaciones pictóricas de las Virtudes, entre las que pueden identificarse
la Justicia, Caridad, Fe, Misericordia y Esperanza. Estas virtudes están captadas
a través de figuras femeninas, algunas de las cuales representan al mismo tiempo Santas,
como Santa Barbara, Santa Catalina, Santa Lucia y Santa Inés. Estas pinturas fueron realizadas por Pablo de Céspedes en 1592.
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Los grandes relieves verticales que figuran entre las columnas fueron realizados por Juan
Bautista Vázquez el Viejo y Diego de Velasco en torno a 1582-1584. Representan
La Asunción de la Virgen, Dos milagros de San Juan Evangelista, La expulsión de los mercaderes del templo, El Padre Eterno con los vendimiadores, Los siete ángeles llamando a los réprobos, El éxtasis de San Juan Evangelista y La Alegoría de Cordero Místico. Los relieves de formato rectangular fueron realizados en
torno a 1590 por Marcos Cabrera y representan El ultimo sermón de Cristo, Daniel en el pozo de los leones, El Bautismo de Cristo, La tormenta en el mar Tiberiades, la parábola del sembrador, La oración del huerto, San Pedro contemplando los animales inmundos y Cristo lavando los pies a los Apóstoles.
En la bóveda figura una magnifica serie de obras de Murillo encargadas por el Cabildo al pintor en 1667. En un magnifico marco tallado figura presidiendo todo el conjunto La inmaculada, obra que puede considerarse entre las mas bellas que el artista realizo con este tema. En torno a la bóveda y pintadas en lienzos de formato circular aparece un conjunto de ocho Santos sevillanos identificables por sus rótulos con San
Hermenegildo, San Fernando, San Leandro, San Isidoro, San Laureano, Santa Justa, Santa Rufina y San Pio. Preside la Sala Capitular un magnifico sillón de caoba tallada en 1592 por el escultor Diego de Velasco. Esta precedido por el escaño del secretario, obra del mismo artista y realizado también con excelente diseño.
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